sobre la obra y de su autor

¿Se han preguntado por qué el blog?

Pero eso sería como preguntar por qué cualquier medio de expresión humana.

Sólo que el lenguaje, la comunicación verbal, como siempre, es especial. Pretende reflejar fielmente los pensamientos, las emociones, incluso las sensaciones. Es lo más cercano que tenemos a lo que pasa en nuestras cabezas, en nuestras mentes, en la caja negra. La comunicación verbal da una suerte de control sobre lo que hay ahí adentro, porque lo materializa, lo hace visible, lo convierte en un signo, además de todo. O eso creemos.

Hay tanto tanto construido sobre la base de la comunicación verbal y su fidelidad con la caja negra, que da miedo tan sólo imaginar que es sólo un modo más de expresarla o de reflejarla, y que ni siquiera las palabras describen la internalidad del ser. Porque, entonces, ¿qué sí lo hace? ¿Sobre qué bases pretendemos entendernos los unos a los otros y a nosotros mismos? ¿Tiene sentido malviajarse por estas cosas?

No.

Para mí tiene sentido apuntar sobre este aspecto de la verbalidad –me interesa crear la duda sobre la fidelidad lingüística– en cuanto a que yo no posteo con fines de balcón informativo. Mi blog no es para contarle al mundo con quién me estoy acostando, ni-si-quiera enterar a la gente de mi estado emocional. Y vale madre si el motivo o primer estímulo es vivencial o siquiera real. Yo lo lamento. Pero no soy yo la que está puesta en este blog; son sólo ciertas palabras que tienen el poder de crear ciertas sensaciones en el lector, que son ustedes (quienes sean). No con fines referenciales, sino con fines estéticos.

Gin sin tonic, señores, es un restaurante, no un confesionario. Las mezclas están a su derecha, quizás el título les dé una idea de lo que van a degustar.

Por lo demás, sigan pasando. Esto sólo tiene sentido porque hay alguien a quién impresionar al otro lado.