desocupación

¿Se han dado cuenta de cómo son los días?

Yo me despierto. Primero tengo un lapso de negación. El día no ha empezado. No he dormido lo suficiente. El sueño no se ha acabado –si cierro los ojos puedo volver a él. Tengo tantas cosas que hacer –o no tengo nada que hacer. Estoy cansada. Odio mi vida. ¿Odio mi vida? ¿De qué hablo? ¿Qué tengo que odiarle a mi vida? Me suena la panza. Debería bajar a hacerme algo. ¿Pero qué me hago? No puede ser. Creo que no tengo nada en el refrigerador. No, pero ayer fui al súper. Pero es como el clóset lleno sin ropa que ponerte.

De hecho, me despierto. Me conecto al mundo. El newsmap sigue hablando del papa y del Ipad –perdón, iPad–, y chale, perdón otra vez, pero entre la pedofilia y las nuevas tecnologías, aunque nomás sea la versión grandota del I... iPod touch, prefiero verle los pormenores a la nueva pantallita de Apple. Lo demás ya es historia reciclada. Ya qué puede ser escandaloso, en serio. Sorpréndame, humanidad. Sálganme con otra cosa.


Por fin, me despierto. Aunque sea, me tuesto un pan y me hago café, ¿no? Sí, sí. Y si nos hacemos un sandwichito de huevo revuelto con jamón, la mostaza con pasas, quesito derretido, uy, sí... ¡Tarán! No puede ser, mira, sí había cosas en el refri, qué maravilla. Ya hasta me salió el desayuno. Y ya con un poquito de energía me pongo a arreglar la mesa (y con eso me refiero a tirar recibos dispersados de hace un par de meses, "archivar" documentos, acomodar libros y meter los dulces en la cajita de los dulces).


Pero si nada de esto es tan complicado. En serio, ¿se han dado cuenta de cuánta insatisfacción acumula uno pensando? No pensando como cuando estás pensando en las palabras adecuadas para expresarte, o pensando como cuando estás resolviendo un problema de fonología, o pensando como cuando estás organizando el índice de tu nueva tesis, o pensando como cuando estás haciendo la cena. Me refiero a pensando como cuando –francamente– entras en la güeva de hacer NADA, y en vez de abrazar la güeva honesta y abiertamente, empieza la retahila culpígena de todo lo que sabemos que deberíamos estar haciendo pero que de hecho no tenemos la más mínima intención en levantarnos y empezar a hacer. Luego todavía malinterpretamos la insatisfacción improductiva venida de la culpa –venida de... la culpa la creamos de la nada, qué enfermedad. Y de pronto, en el monologismo desbocado, no sé cómo pero yo soy capaz incluso de proyectar esa insatisfacción –venida de... insisto, de nomás no aceptar ni siquiera ante el mundo, ante uno mismo, la güeva– en LA vida.




En todo caso, tenemos dos caminos igualmente satisfactorios: uno, ocuparse, ya sea jugando matatena o lavando la ropa o hasta incluso escribiendo el proyecto de tesis, o, dos, seguir sin moverse, incluso fingiendo pensar en los quehaceres, si es que nuestra neurosis es tan basta –y esto se finge de lo más fácil, sólo ver al techo o al horizonte o recargar la cabeza en ambas palmas con cara de preocupación–, sin hacerlo.

Comments

Naoki Araiza said…
de donde vendrá la culpa pues... yo estoy seguro que no viene de gratis eh? pero es meterse en terreno oscuro y sucio... blej... yo ya me enteré de donde sale la mía... y no recomiendo 3 años de terapia pa encontrarlo... de todos modos aún enterándote de donde viene, igual sigue saliendo... A que la culpa pues... nomás sirve pa castigar.
Anonymous said…
"Creo que no tengo nada en el refrigerador. No, pero ayer fui al súper. Pero es como el clóset lleno sin ropa que ponerte".

:D :D :D

[por cierto, se ve q tú sabes: ¿por q no es standard el poner las comillas finales antes del punto?]
gin said…
Pues, de hecho, en español lo normativo es poner las comillas enmarcando la frase, y el punto al final.

Checa:
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltGUIBusDPD?lema=comillas

Lo que sucede es que en inglés es justo al revés.

Mírate esto:
http://www.grammarbook.com/punctuation/quotes.asp

Ortografía y puntuación, una de esas cosas maravillosas de la convencionalidad (de convenir) humana. Como no sorber los espaguetis en Italia, pero sí por favor los tallarines en Japón.

(Y la palabra que verifica mi humanidad en este momento es 'basterbo'.)

Popular Posts