la verdad es que...

Aunque suene medio masoquista la cosa,

me gusta mi búsqueda de sentido.

Y me causa un tanto de sorpresa y otro tanto de curiosidad que no me detengo en concluir que en efecto esta vida de porquería no tiene sentido. Que nomás estamos todos perdidos, inventándonos que las cosas son de una manera o de otra. ¿Y por qué? ¿Porque la opción alternativa es el suicidio? ¿Sólo por eso?

Ah.

Ps ora sí que qué coyones salimos media humanidad. Porque la otra media humanidad ni cuenta se da de que vivimos en una realidad de sentido inventado. Nomás siguen su caminito que a quién sabe quién le pareció adecuado.

Es así, ¿no?

Niños, ya ni tomen su clase de existencialismo. Vivimos en el postmodernismo neoexistencialista de pacotilla.

Yo me cuelgo del misterio. De todo lo que no sé. De todo lo que no se sabe. Del milagro del origen de la vida que todavía le siguen llamando milagro. De esta extraña tendencia a la vida –y no nada más a comer, coger, cagar y dormir–, a la curiosidad, a la comunicación por todos los medios, a juntarse, a crear, a inventar.

Toda esta sofisticada manera de existir.

Aun si todo esto hubiera sido imaginado y materializado sólo para evitar la muerte.

Qué hermoso instinto de sobrevivencia.