de semanas y de fines

Incluso Dios (así con Mayúscula) se abrió sus domingos para descansar.

Y yo, claro, como de un tiempo para acá decidí cambiar de doctrina, ignoré por completo eso de los domingos se los consagra uno para ir a la iglesia, pasarla con la familia, curarse la cruda y ver el fútbol.

Lo interesante de cuando te pones a decidir por ti mismo -como cuando cruzas la calle, aunque el semáforo esté en rojo, porque pues no hay coches- es que -¿sí o no?- eventualmente llegas a la conclusión de que esas reglas, creencias, leyes, mandamientos, actos de fe o como se quieran llamar tienen una razón de ser.

(Por dios, ¿estoy madurando? O ya más bien decidí aceptar el adoctrinamiento con los brazos abiertos.)

O sea que no fue nomás que unas gentes ahí dijeron, a güevo, los ciclos lunares, 28 días, 28 entre 4, semanas de 7 días, y ora sí que como está cabrón trabajar todos los días y el 5 y el 2 son números primos, me late cacahuate, trabajamos 5 días, descansamos 2. O que neta nomás porque a Dios así con Mayúsculas se le ocurrió crear al mundo en 6 días, nos toca a nosotros hacer actividades los mismos días.

Por otra parte, no es simplemente esta historia del descanso físico. Si todo se tratara de necesidades básicas –digamos, de que tenemos la necesidad de dormir cierto número de horas al día, para refrescar la máquina, para descansarla– durmamos las horas que dormimos y trabajemos todos los días. Pero ¿a poco no la sola idea nos tumba en el sofá de la sala para siempre? Además, seamos honestos, nadie usa sus fines de semana para descansar el cuerpo. Al menos yo, todavía no me atrevo a establecer como terapia de rehabilitación física la inserción exponencial de alcohol.

Así que qué. Debe ser la cosa del desafanamiento. Dos días cada cinco en los que no hay que ir a la escuela, al trabajo, a la oficina, al laboratorio. Dos días cada cinco en los que no hacemos actividades por obligación, sino porque nos gusta, por la pura espontaneidad, nomás a casa de la mamá, de la abuelita, de los suegros, de los cuates.

Yo me vengo a dar cuenta, ahora que no tengo fines de semana de descanso, de que los sábados y domingos como ritual son, quizás no tan importantes como el 31 de diciembre, pero igual de necesarios.

Comments

Popular Posts