de influenza y otros demonios

Estoy dejando salir a la luz posts de hace más de un año. "La influenza porcina". ¿Se acuerdan del AH1N1? Y también me acabo de dar cuenta de que este post ya había estado al aire. Dammit. Mil disculpas a los relectores.



No pretendo abordar el tema de la influenza porcina, ni mínimamente. La verdad es que siempre lo hago tan mal (eso de hablar fresca de temas de actualidad mundial), que esta vez he decidido callarme la boca. Ni voy a subir el video de la cumbia de la influenza, ni pasaré el link del mapa de casos de influenza que se actualiza continuamente, ni el programa especial de la UNAM, ni nada. Ya'stuvo. Ni me voy a poner a divagar, para nada, cero, de si es un invento del gobierno parecido al escándalo del Chupacabras, del control a través del miedo, the shock doctrine, oh my god, la sobreinformación, el sobreanálisis, ya... no salgan, no griten, no empujen, no se besen, conserven la calma...

Hoy, como siempre, vamos a hablar de mi tema favorito, que soy yo.

Me puse a ver el videito de la shock doctrine...



y claro que lejos de reflexionar sobre la manipulación de los grandes y pequeños gobiernos a través del miedo, me quedé pensando en mi propio shock llegandito a esta escuela, ya saben, básicamente: "no mereces estar aquí", y en su respectiva reacción histérica "trabajoliquemos sin control".

Espero no ser la única a la que toda esta dinámica le parece pésima. A mí francamente no me funciona. No sólamente porque soy una princesita, que sí lo soy. Pero es que yo estoy acostumbrada a trabajar en ambiente de total cordialidad. Eso de "eres pendeja, échale ganas", es la primera vez que me sucede. Ni mi madre, que es una piedra en cuanto a elogios a la hija se trata, me había hablado así.

Por supuesto, exagero (por dios, soy yo), es decir, la señora nunca me dijo "eres pendeja"; nada más, "no tienes sentido común como ser humano"... Qué traumada yo. Verdad que sí. Pero, pues, se pasó, un poquito, yo creo.

Después de haber hablado con uno que otro japonés, pero -sobre todo- con uno que otro extranjero, he decidido dejar de azotarme, para poder trabajar tranquila. He decidido, también, que si el método "eres pendeja, échale ganas" (en adelante, EPEG) funciona, esto es únicamente como terapia de choques. Y de que a veces sólo a chingadazos entiende uno, ps sí. Y que quizás a mí me hicieron falta unas nalgaditas cuando niña, lo concedo. Pero pues por algo en las escuelas dejaron de dar reglazos en la mano, y el cinturón en la casa dejó de ser una herramienta de crianza aceptada públicamente. Claro. Clarísimo. Pues es que se descubrió que el discurso podía llegar a ser igualitito de violento e impactante.

Ahora nos traen mareados con la historia de la insuficiencia y la falta. Te falta, te falta, te falta... Trabaja, trabaja, trabaja... A todas horas, lo único que escucho es "tengo que echarle ganas" o "échale ganas, tú puedes", "hay que echarle ganas". Mi madre. Seguro que no soy la única a la que le aplican la EPEG. O ya más bien se la aplican ellos solitos.

Y no digo que haya que dedicarse a la vagancia, pero, ¿es necesario el terrorismo?

Comments

Anonymous said…
Que no hay que dedicarse a la vagancia? Eso hago yo, tengo 27 (edad productiva, de construirse el futuro, de tener las grandes ideas) y no más me la paso dando vueltas mientgras el dinero me dure para volver a buscar un trabajo que luego me permita solo dedicarme a pensar que tengo 27 y que me dedico a la vagancia en plena edad productiva. Je Je Je
Y
Anonymous said…
Bueno, sí, mi querida Y... Aunque, siendo sinceros, la vagancia tuya no deja de ser productiva...

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