continuo, discontinuo, continuo, discontinuo...

Debo aprender a separar mi vida vivencial de mi vida escritural.

La vida escritural está bien que sea intensa, está bien que sea emocionante, está bien que sea entretenida. La vida vivencial, en cambio, está bien que sea simple, que sea apacible, que al pasar de los días y las horas no sientas que tienes una bolita que te sube y te baja.

Pero yo... Yo tengo este mal vicio de sentir que soy la protagonista de una película que es mi vida. Hace poco, incluso me preguntaron "are you self-addicted or something?", y yo pensé, diablos, pues sí, un poquito... ¿me disculpas?

Aunque la única persona con la que verdaderamente tendría que disculparme por tener complejo de heroína es yo misma. Yo soy la que se ve enredada en situaciones suspensivas –de suspenso, pues–, just because. O, digo, no nada más porque sí, sino jalada por una fuerza personal que insiste en siempre dejar un resquicio para el azar. Pero qué digo resquicio. Insisto en la no-precaución desmesurada. No por tener un síndrome autodestructivo o tendencias suicidas. En realidad es por mero romanticismo. Tengo esta cósmica idea de que mientras más me exponga a las contingencias, más estaré guiada por ellas y menos por mí.

(Momento. He perdido el hilo. No sé cómo pasé de tener complejo de heroína a estar guiada por las contingencias.
...
Ah. Sí.)

Porque la ficción está llena de contingencias que cambian la vida de las personas. Y mi heroína interior siempre está en busca de transformaciones. Pero digo siempre. Todos los días espero sorprenderme, maravillarme, hacer catarsis y cambiar.

Sin embargo, damas y caballeros, niños y niñas, es aquí donde mi heroína interior y mí misma debemos diferir por conveniencia mutua. Porque el cambio en la ficción y el cambio en la vivencia están llevados por fuerzas de naturaleza distinta.

El cambio fictivo es sobre todo discontinuo.

El cambio vivencial es sobre todo continuo.

Comments

Juan Preciado said…
Salud Gin! Saludos Naomi, vuelvo a pasear por aquí, siempre un placer.
chao!
gin said…
Ah!!! Ya veo... Juan Preciado. Yo decía, quién demonios es Juan Preciado. Jiji. Yeah. Qué bueno que guste. Saludotes.
Anonymous said…
me caiste muy bien...y ahora veo por qué "self-addicted".
Perfectamente terminado, el cambio vivencial es sobre todo continuo. Yo quiero que el mundo me sorprenda, todavía espero que del mar salga un monstruo gigante, que lleguen aliens, que conozca a otro ser humano tan real como yo...pero todavía el mundo no ha querido hacerlo...continúa siendo lo que espero que cambie.
gin said…
Qué tal! Sí llegaste.
Ahora tengo que hacer algunos comentarios, porque quizás en mi manera de describir las cosas dejo centenares de cabos sueltos que luego el lector une como quiere, y eso está bien. Pero lo chidoguán del blog es que aquí está su autora repitiendo sus sandeces hasta que la idea, al menos la que dio origen al post, quede convenida. Ya después podremos no acordar.

Así que, mi punto: mi punto es que el cambio vivencial es un proceso tal que, por su continuidad, nunca termina. No concluye, sigue, nunca se acaba y nunca se detiene; pero justo como estamos en constante sufrimiento de él, no somos capaces de percibirlo.
El cambio fictivo, en cambio, es aquel que nos contamos, que tiene pasado y futuro, y, si me presionas, principio y fin.
El cambio vivencial es el presente permanente.
Anonymous said…
gracias por la aclaración! :D
me agrada q tengas el coraje de repetir tus sandeces, d vdd.

Has visto la movie del imaginario mundo del doctor parnasus? suponiendo q si, creo q está basada en la teoría ricoeriana de la narrativa, si no, tmpoco importa mucho para lo q quiero comentar.
Justo como dices, el cambio fictivo es el que tramamos, nos lo narran nuestros amigos y a veces nosotros mismos tomamos la voz del narrador personaje, narrador omnisiente, etc. nos focalizamos en el lugar más cómodo vivible, incluso para sentir angustia y el peso de la trágica existencia.
La ficción es el maná de los wannabe dioses, pero la realidad no tiene esos manjares, la continuidad con la q se desarrolla impide que nos demos cuenta de los cambios, como dices. La estrategia ricoeriana es desdibujar los límites ficción/realidad...pero eso creo q es tramposo.
Me gusta sentir el peso de la sobriedad para poder sentir la embriaguez...sólo no me gusta no saber cuándo estoy de vdd sobria o de vdd briaga. Hay un problema parasitario...saber cuándo algo neta-sí-de vdd y cuándo algo nel-no-ni al caso.

ANdar por la vida esperando la ficción [o lo extraordinario] no me ha dado resultado, hasta ahora lo que me deslumbra sigue siendo la naturaleza, un cerro, la luz entre los árboles, un grillo espantoso...etc [aclaro no soy hippie].

Reconocer los cambios requiere suspender lo continuo del presente, y esa pausa lo altera forever, recomenzamos cada vez que nos percibimos de otra manera...la línea de vida se corta y comienza de nuevo, pero nadie, mas que los q comen palomitas mientras nosotros protagonizamos el film lo puden notar. Por eso creo q prefiero renunciar a captar mi discontinuidad y esperar q el mundo cambie, y q esta vez sí godzilla salga de la pantalla y se coma a la gente.

p.d. creo q otra vez el lector unió los cabos como quizo :P
gin said…
ja, ja... [justo tengo una lucha interna con los hippies]

Y, ¿sabes? creo que a mí sí me gusta mucho contarme mis historias y las de los demás. Incluso creo que somos afortunados porque tenemos la capacidad de vivir dos o tres o cuántas veces muchas queramos.

Al final, todo es interpretación. ¿Qué no?

Ja.

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