por ejemplo, ahora

No dejo de pensar sobre las extensiones de mi psique.

Como mi camino por la academia, que comenzó en los inframundos crípticos de la sintaxis del español del siglo XIII, luego encontró un segundo cauce en la sociolingüística de las comunidades migrantes, y ahora se está asentando en una especie de psicoanálisis cultural.

Es que es lo mismo, seguía diciendo Bernadette, todo en ti te está pidiendo contacto humano. Y se refería a mi necesidad de trabajo social, que cada vez más se concreta en mi oficio de intérprete, en mi obsesión de entrevistadora, en mi casa abierta para los amigos.

Estoy sobre estos pensamientos porque, además del montón de transiciones por el que me muevo, también estoy pensando la salida de la academia, one more time. A ver a dónde me lleva esta vez.

Esta vez,
              esta vez,

       esta vez.


Yo lo que tengo que aprender es a dejar de hacer declaraciones absolutas,
fijarme en deseos dominantes,
imponerme un final
                                           (feliz o infeliz).

Aunque tampoco me quiero venir aquí a latigar. Lo que sucede es que mi realidad (la que sea que esté viviendo en ese momento) conlleva una fantasía explicativa que tiene un origen y un destino. Y lo que es interesante es que ese destino fantasioso me lleva a mi siguiente realidad, que no suele ser como me la había imaginado.

Porque, pues, la vida pasa.

Yo me pregunto qué sucedería si por una vez dejara de proyectar mis siguientes pasos tan alejados.

¿Qué tal que mi meta no implicara siempre un ir y regresar?

Por ejemplo, ahora.
Por ejemplo, hace cinco meses.
Por ejemplo, un año antes de eso.
Y por ejemplos que sobran desde hace siete años.




Por ejemplo, ahora.

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