¿te acuerdas?

¿Te acuerdas, te acuerdas, te acuerdas?


Alguna vez se han visto en esta situación. Uno recuerda algo, y entonces corre, va y le dice al otro, ¿te acuerdas? El otro sonríe. Y entonces se hace un recuento instantáneo del tiempo compartido. No, ps sí, ya llevamos un rato de conocernos.


¿Alguna vez se han preguntado porque el tiempo compartido toma tanta importancia? ¿Por qué la historia pesa tanto, tanto, tanto? ¿Por qué es la historia personal la que habla por nosotros? Parece que cada particularidad nuestra puede explicarse por un hecho histórico. Sí, lo que pasa es que mi papá nos llevaba de día de campo los domingos a La Marquesa, y por eso me encantan los caballos y el chorizo asado. Y ya... ni quién te baje del caballo, ni del chorizo.


Estos días me sorprende encontrarme con las historias que ya había olvidado. Con las historias sobre mí, que ya había olvidado. Es increíble todo lo que en mi memoria se había desactivado. Todo lo que mi memoria había desactivado. Me encuentro en una total incapacidad de cumplir con el ritual de ¿te acuerdas? Incluso –en casos radicales– he llegado a pedir que se hagan rituales de reconocimiento, ante la cual petición fui ignorada por completo, pero yo creo que eso se debe a que no se percatan de la gravedad de mi despersonalización.


¿Qué pasa cuando la historia personal que te queda son los recuerdos que tienen los demás de ti?


Pues,
eventualmente,
algo como esto:






-¿Qué hacen?
-Nada, aquí. Yásnaya me está contando nuestra vida.

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