cilindro de olas

Iba al mar. Era de noche e iba al mar. Me veía en un vestido de velos blancos con reflejos corales claros. Me sumergía en las olas. Entraba y salía de la superficie con las líneas circulares del oleaje, como si siguiera un cilindro. Sólo se veían los velos, que jalaba el mar y volvía a soltar. El mar no estaba solo. Había un monstruo marino. Era oscuro, más que el agua, sus reflejos eran negros. Pero no había miedo. Él también seguía el movimiento del oleaje. Sus aletas, triangulares como de ballena, entraban y salían también, rodeando el cilindro.

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