Pablo
Estar solo, leyendo y escribiendo, viendo la tele, oyendo música, corriendo, estirándose, cocinando, pero solo. En algún punto se cansa uno. Se siente una especie de aburrimiento de uno mismo. Del discurso mental. Del ansia que se come a sí misma. No quiero parecer alarmista, pero a veces, incluso, se siente como si la realidad no fuera real. Como si uno, al no estar en el espectro visual o auditivo o mental de alguien más, no existiera. Como si la experiencia, al no ser compartida con alguien más, no existiera.
El otro día me desperté y me dio un ataque de soledad. Yo no existo. No estoy aquí. Nada de lo que hago aquí existe. No hay nadie que sea mi testigo que lo compruebe, que me confirme, que lo que veo está ahí.
Y luego llegué al restaurante. De pronto, me di cuenta de que estoy en el espectro visual, auditivo y mental de varias personas. Y sentimental. En serio que me sentí como en la primaria, cuando llegó un niñito flaquito a decirme, oye, dice Pablo que si quieres ser su novia.
Órale.
Pues el niñito flaquito se había convertido en un cocinero con lentes, flaquito igual, y Pablo de pronto llevaba la cocina del restaurante donde trabajo. Se me cortocircuiteó la cabeza. ¿Qué? Pero si Pablo todo el tiempo se la pasa haciendo bromas. ¿Cómo se va a creer que yo de verdad estoy enamorada de él? O sea, sí le escribí je t’aime con un marcador en el kleenpack que tapaba una salsa que había hecho, y se la dejé en su refrigerador. No me acuerdo haber dicho nunca que me quería casar con él, pero si tú lo dices, puede ser que haya estado muy borracha y puede ser que lo haya dicho. Es decir, sí le dije que me encantaría seguirlo si abría su propio restaurante. Eso sí lo dije. Pero no es para que empiece la telenovela en la cocina. ¿O sí?
Pues, según la Celestina, que el gordito maravilloso de mi cocina estaba pensando en mí, sin saber qué hacer cuando yo llegara, todo porque todo el salón vio que me le quedé viendo, y entonces empezaron a gritar, ¡uuuuuh, a Jina le gusta Pa-blo!
El otro día me desperté y me dio un ataque de soledad. Yo no existo. No estoy aquí. Nada de lo que hago aquí existe. No hay nadie que sea mi testigo que lo compruebe, que me confirme, que lo que veo está ahí.
Y luego llegué al restaurante. De pronto, me di cuenta de que estoy en el espectro visual, auditivo y mental de varias personas. Y sentimental. En serio que me sentí como en la primaria, cuando llegó un niñito flaquito a decirme, oye, dice Pablo que si quieres ser su novia.
Órale.
Pues el niñito flaquito se había convertido en un cocinero con lentes, flaquito igual, y Pablo de pronto llevaba la cocina del restaurante donde trabajo. Se me cortocircuiteó la cabeza. ¿Qué? Pero si Pablo todo el tiempo se la pasa haciendo bromas. ¿Cómo se va a creer que yo de verdad estoy enamorada de él? O sea, sí le escribí je t’aime con un marcador en el kleenpack que tapaba una salsa que había hecho, y se la dejé en su refrigerador. No me acuerdo haber dicho nunca que me quería casar con él, pero si tú lo dices, puede ser que haya estado muy borracha y puede ser que lo haya dicho. Es decir, sí le dije que me encantaría seguirlo si abría su propio restaurante. Eso sí lo dije. Pero no es para que empiece la telenovela en la cocina. ¿O sí?
Pues, según la Celestina, que el gordito maravilloso de mi cocina estaba pensando en mí, sin saber qué hacer cuando yo llegara, todo porque todo el salón vio que me le quedé viendo, y entonces empezaron a gritar, ¡uuuuuh, a Jina le gusta Pa-blo!
Comments
[otra cosa, sobre estar sola, Luigi Pirandelo, en "uno ninguno y cien mil"...o diez mil, ya ni sé...dice que no se puede estar solo sólo por estar a solas, siempre nos persiguen los otros, en nuestros pensamientos y recuerdos. Sólo se puede estar solo cuando te rodeas de desconocidos, cuando a nadie le importas porque nadie te conoce, cuando a Pablo no le gustas]
Y el amor... shalalalalá...
(ya sé que puede convertirse en un dispositivo opacador de lo otro, en el sentido de crear una imagen que no corresponde, pero)
¿qué tal cuando te permite reinventarte y reinventar al otro, construir un qué somos cuando estamos juntos -quién me haces ser y viceversa- y, todavía, describir una realidad conjunta?
(pero sí, está bonito que termines siempre en la comunicación....yo estudié filosofía y concluyo que mi única función profesional es abrir y mantener canales de diálogo).
Lo que sucede es que la construcción de la realidad conjunta es una negociación eterna. Es no sólo escuchar, sino interpretar, reformular, negociar, volver a escuchar, volver a interpretar, volver a reformular...
ESO sí es trabajo. Viajarse con el solipsismo sobre el otro es la pura chaqueta...
[aparte, mi sobrino a los 3 años inventó una palabra muy buena, la pongo en contexto para q la entiendas más fácil: "tía, ¿te digo una CONVENZA? q te parece si me llevas con mi mamá para que nos de dinero..." jajaj
Y otra más como a los 4 años: "sí tía, estuvo bien padre, salió spiderman, y lo ví, y me EXTRAORDINÉ y le dije a mi papá que ojalá peleara contra venom". Tiempo después descubrí que mi sobrino pudo haber dicho " y lo ví y me exulté" :D
(1) ¿cuál es el espíritu absoluto (Hegel)?
(2) Tu sobrino está increíble XD
Ah, digamos q en tu comentario, lo "ESO sí es trabajo" es lo que ya acabó de hacer el EA EA. Cuando dices que "la construcción de la realidad conjunta es una negociación eterna" para el EA EA esa negaciación eterna se da en el "ahora" y justo ahí se descubre a sí mismo como la realidad conjunta o ABSOLUTO. [sonido creepy]
Si algún filósofo lee esto quizá diga que no es asi...pero bueno, podría convencerlo de q así es. En fin, creo que tú lo dijiste breve y bien, el EA EA resulta ser "el solipsismo sobre el otro" (asumiendo q por sentido común todo solipsismo es sólo de uno, nunca del otro) y como atinadamente señalas: es la pura chaqueta... pero a mí qué...yo lo pensé de teenager...pena debería darle a Hegel, quien en plena adultez se anda dando atole con el dedo.
(si no me expliqué bien...déjalo asi)
2) :D