de palabras navegantes

A veces, cuando hablo en japonés, me desfaso. De pronto escucho las palabras como si no fueran mías. Como si salieran de mi boca sin control, sin mi permiso. Hablan y dicen lo que quieren y construyen las frases sin que yo intervenga.

No como antes, que había una línea clara que había que cruzar para hablar. La línea de la voluntad -la mía- formaba una presa entre lo que quería decir y lo que expresaba. Las frases se iban construyendo en cadena, haciendo círculos, y, sólo cuando la fuerza centrípeta lo permitía, lograban una ráfaga de aire que me abría la boca para pronunciarse.

Estos días, la presa parece estarse resquebrajando. Las palabras fluyen haciendo espirales, que se elevan, que caen, que empiezan y luego complementan el discurso del otro, o el propio. Se siguen, tratando de hacer sentido.

Comments

Anonymous said…
hay una experiencia muy perturbadora: cuando hablas sabiendo que el lenguaje se adelanta al pensamiento y que todos los signos que emites son ajenos. Sabes que no hay pensamiento sin lenguaje pero tmb sabes que ese lenguaje no empezó siendo algo racional, ni lógico, sino que un dia surgio y surgió y se acomodó y te lo enseñaron personas que nunca supieron quiénes lo pensaron antes de poderlo decir. Hablar resulta chistoso porque sabes que no dices nada. Tu post habla en un sentido distinto, el de la "libertad" del hablar en japonés...suena bien...sólo q a mí me recordó esa otra experiencia, la de sentirme una computadora.

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