la cotidianidad del cambio (1)

La muerte ha dejado de sorprenderme. Y luego no sólo la muerte, sino las múltiples tragedias de la vida. Y luego no sólo las tragedias, sino los pequeños obstáculos de todos los días. No es que no me estremezca o me afecte de alguna manera, no es que me haya vuelto fría o ya no sienta. Simplemente no me sorprende. Es como si con cada cambio, mi mente hiciera el camino contrario, instantáneamente, hacia atrás, viera una continuidad de hechos en autómatico. Parece que todo momento es consecuencia lógica del justo anterior. Es como un entendimiento previo. Parece que voy esperando una serie de mundos posibles, y luego sólo se van descartando unos y otros siguen, y otros se adhieren luego. Así sucesivamente.

Así, cuando todo pasa, sólo de pronto, decido entregarme al momento, o no. Sé que no soy omnipotente. No soy tan arrogante como para pensar en eso. Pero, a veces, ¿no sienten?, todo es tan nuestra propia voluntad... Estás ahí, sabías que iba a pasar, puedes hacer cuentas, puedes calcular, suponías, sabías, a veces suponer es saber, intuir es saber, aun así seguiste, a veces no lo haces, pero esta vez lo hiciste. Así que estás ahí y te dejas llevar.

Entrégate. Es la cotidianidad del cambio. Embrace it. Or go away. Arrepiéntete de algo, de cualquier cosa en ese resto de consecuencias lógicas y vete.

Así que prefiero seguir andando.

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