buena ventura

Escribo desde uno de esos momentos de paz. Escribo para regresar a estar letras y recordar el bienestar, si es que me vuelvo a perder en los laberintos de mi cabeza.

También para dar que sus últimas declaraciones, para los que todavía se dan una vuelta por acá.

Ya muchos saben que me vine a Lima a hacer entrevistas. Y ya estoy en el wrapping up del proceso. Y, de paso, como en los viajes afortunados, estoy en el wrapping up de cosas que he venido pensando desde hace mucho.

La buena ventura me trajo a platicar con la madre ayahuasca. Entré con el primer canto.

Creo que primero vi a un hombre. Yo lo veo todo en palabras. No veo imágenes. Me hablan las palabras del oráculo propio. Vi a un hombre fuerte que servía de guía. Que tenía un proyecto y estaba inspirado. Y eso me inspiraba. Vi a un hombre que me cuidaba y me protegía. Le decía: a ti sí te curo, a ti sí te curo, a ti sí te curo. Yo te curo. Ven. Aquí puedes estar. Tan hermoso. No puedo creer que hayas regresado. Mi señor. Mi rey. Maestro, también.

Y eso me llevó a México.

Me decía: ya puedes regresar. Ya aprendiste. Ya entendiste. Sí, México duele, pero va a pasar, es pasajero, es pasajero. Ya puedes regresar. 日本人でいいんだよ。Como japonesa. 日本人でいいんだよ。お母さんといっしょ。日本人だけどメキシコに住むのが好きなんだよね。Como japonesa, igual que mamá, eres japonesa pero te gusta vivir en México. Me llegaba eso y lloraba de catarsis, porque no podía creer que iba a ver a tantos de esos personajes de mi vida de México todos los días. Todos los días. Ya no me los tenía que dosificar. Iban a estar ahí.

Lloraba y lloré toda la ceremonia. Pero ya no eran lágrimas llenas de dolor. Éstas eran lágrimas continuas pero ligeras, tibias, que humectaban mi piel. Me sonaba la nariz y podía respirar. Respiraba y descansaba. Sonreía tanto que la boca no me cabía en la cara. Ya llegaste. Ya puedes descansar.

Qué buen trabajo que estás haciendo, me decía, y me refería a mi trabajo de terapeuta con las personas que llegan a mí. Muy bien hecho, muy bien hecho. Me pasaba las personas que había ayudado y me daba palmadas en la espalda. Me abrazaba. Me estrechaba los pies.

Me pasaba a todas las guías que he tenido la fortuna de encontrarme. Tantas personas que me han ayudado a entender, a llegar a donde estoy y a lo que soy.

Ya aprendiste, ya entendiste. Ya llegaste. Ya no eres joven. Ya puedes enseñar.

Así terminó.

Y luego me puse a cantar.

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