que su paternidad

Pienso que este experimento, o muere dándonos una idea del límite de las familias no convencionales, o vive y nos da una alternativa más a las personas que estamos en este embrollo del amor contemporáneo.

A mí, por lo pronto, me ha dado para pensar y para sentirme. Bueno, porque la fábrica todavía no ha empezado y con estas gripas del cambio de estación no sé si empiece pronto.

Ay, pero algo que me ha conmovido un montón son los comentarios de los hombres. Que, bueno, más allá de estar de acuerdo o no, me platican cosas y me dejan ver sentimientos que yo antes no había cachado.


Es como,

wow,

la paternidad existe.


Bueno, y los que crean que esto es una obviedad, pues nada más no sigan leyendo y ya. Vayan a buscar sus propias epifanías a otro lado.


Mi papá

Para los que no lo conozcan, mi papá es de esas personas que siempre hizo lo correcto (que yo sepa, pues, pero así lo conocemos). Bueno, tiene una historia de primogénito impecable –el hermano mayor de 6 tíos y hermano menor nada más de mi tía Ana– que empezó a trabajar a los 15 años para apoyar a su familia. Fue empleado de PEMEX 35 años o una cosa así que mi veletismo no termina de entender. Práctico y racional hasta el cansancio. Ingeniero. Conservador. Sí votó por el PAN.

Toda cosa que se me ha ocurrido ha sido origen de conflicto entre los dos y llanto mío.

–No, Jinita. Eso se ve muy cuesta arriba. Cambias mucho de opinión. Eso no tiene sentido. Tienes una vida muy irregular.

Claro que nunca ha estado contento con mis relaciones. Alguna vez, le reproché que mi hermano sí podía dormir con sus novias en la casa y yo no, y él fue tipo:

–Los tuyos no son novios, son relaciones casuales.

Razón por la cual el único hombre que me conoce es mi ex-novio/marido.

Discutimos cuando me metí a meserear. Discutimos cuando me quedé a vagar en la Ciudad de México. Siempre me dio miedo presentarle a mis amigos hippies. Y creo que ya se darán una idea.

Luego hablamos el mes pasado.

–Papá, ya me quiero regresar. No me siento valorada en el trabajo. Y estuve saliendo con alguien, pero yo quiero algo más en serio y él no. Ya no sé ni qué hago aquí.
–Esta es tu casa. Yo allá te veo muy sola. Cualquier decisión que tomes, te apoyamos. Y, pues, a lo mejor regresas y encuentras a alguien...
–Ay, papá. Yo eso ya lo vi muy difícil. El otro día estaba platicando con una amiga y pensamos, ya, por qué no nos hacemos madres solteras y ya.

¿Y saben qué dijo? ¿Mi jefe?

–Bueno, pues, también.

A poco sí. Qué me estás contando, jefe. Hasta pensé que no me había oído bien.

–¿En serio? O sea que si yo tuviera un hijo, ¿no te importaría que no estuviera casada ni nada?
–Pues, no. Mira, ahorita hay tantas maneras de embarazarse, y hay tantas familias diferentes, que lo importante es que lo quieras y la educación que le des. Y la estabilidad económica.

Me reí.

–¿Por qué te ríes?
–Pues, es que siempre me discutes todo.
–Bueno, mira, las cosas ahora son distintas de mi época. El tiempo se pasa muy rápido, y si quieres tener un hijo, pues, en lo que lo piensas, a lo mejor ya no lo tienes.

Hagan de cuenta que vi la luz verde. La única luz verde que necesitaba ver.

–Y además estarías feliz con el nieto, ¿no?

Y soltó la carcajada. Pues, sí.

[al rato le sigo. voy a dormir.]
...つづく

Comments

Anonymous said…
Que bien que tengas ese apoyo en tu experimento. apelando a la sabiduría popular de que siempre hay un roto para un descosido y de que con tantísima gente que hay actualmente en teoría es más fácil encontrar algo no creo que debas perder la esperanza. Como sea, mucha suerte con todo esto.

Popular Posts