al blanco

Hace años, en otra vida, las cosas estaban claras. Veía a mi alrededor y sabía lo que había. Era feliz. Era tan feliz que la única infelicidad venía del miedo, del suspenso, del riesgo, de la pérdida, del movimiento, de un temblor que desmoronara las ciudades, de un desastre natural que se llevara la casa, de un huracán que barriera con todas tus pertenencias. De pronto no hubo un temblor. La tierra no retumbó. El mundo se iba a acabar y no se acabó.

De pronto sólo cayó la cortina a mi alrededor, y por más que aplaudía y aplaudía y aplaudía, el encore nunca llegó. Se acabó la función. Mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, sólo lo suficiente para darme cuenta de que era la única que seguía aplaudiendo.

Es curioso cómo sólo advertimos los cambios por contrastes. Sólo cuando el continuo de matices es tal que ha cambiado de azul a amarillo a rojo. A naranja, a amarillo, a rojo, a rojo, a rojo. No a morado, sólo a azul, otra vez. No a azul cielo, no a una gota de azul cielo en el agua del lavamanos blanco, sólo a blanco ahora. Y en el blanco, respiras. Sobre el blanco, delineas. Sobre el blanco, caminas.

Ves.

Ves por sobre las nubes y están claras. La sierra serpenteando inmóvil. La corona de sol que dora las nubes.






Sólo a blanco, ahora. Y en el blanco, respiro. Sobre el blanco, delineo. Sobre el blanco, camino.