de querer y de hacer sentido

¿Soy incapaz de vivir el día a día, sólo así, sin pensar que todo debe tener un sentido? Un sentido en el matiz de dirección, pero también con el matiz de propósito.

Porque estoy llegando a un punto en el que moverme me resulta incómodo, sin saber que lo que hago lo hago con un fin último. O ni siquiera último. Ya ni definitivo. Que sea provisional, que sea inicial, pero una meta, como las acciones con movimiento direccional, que requieren de una meta para poder ser.

Puede parecer evidente, pero a mí me resulta curioso. Cómo lo que hago todos los días no cambia. Generalmente hago las mismas cosas. Voy al restaurante. Estudio letras chinas. Leo ahora a Murakami. Escucho música. Reviso recetas de cocina. Voy a correr. Hoy fui al cine. Escribo y escribo. Traduzco. Hago planes. Y en ese planificar, las cosas de todos los días, que generalmente son las mismas, pierden o ganan sentido. Cuando estoy segura de que ser investigadora me va a hacer feliz, esperar un año más para entrar a la Universidad de Tokyo gana sentido. Cuando pierdo esa seguridad y decido que a mí en realidad ni-si-quiera me gusta la lingüística, que en realidad me da igual si hay universales lingüísticos o no, entonces me parece que mi diario cortar lechugas y limpiar pescados es mucho más importante. Siempre llego al día en el que todo, tarde o temprano, se convierte en una cuestión de desarrollo personal, de mi identidad dividida o duplicada, de que ésta es mi base para poderme enfrentar al mundo segura de lo que soy, y entonces, mi diario incluso caminar al metro se vuelve insuperablemente significativo.

La cuestión viene cuando me doy cuenta de ese fluctuar del hacer sentido. Eso es lo que me confunde. Y esa confusión es la que me hace perder la dirección. Es cuando caigo en la idea de que todo está en mi voluntad de creer o no. Entonces, si es que realmente está a expensas de lo que quiere mi voluntad, el sentido resulta ser demasiado frágil. ¿Luego entonces en dónde queda mi diario vivir?

Y ya di la vuelta, ¿qué tal, eh?

La respuesta, en todo caso, es no. Es decir, no puedo conferirle la gracia de mis días al sentido que éstas tengan, según mi caprichosa voluntad. Y sí. Debo ser capaz de caminar la vida sin tener seguro a dónde voy a ir a parar, y sin saber adónde quiero estar.

Comments

Anonymous said…
que bien!, lo he disfrutado :D

la pregunta por el sentido la he pos(t)puesto para el doctorado, antes debo aclarar el problema de la unidad y la multiplicidad, dejaré q el sentido se fortalezca mientras yo me descubro frágil...pues cuando me rompa lo he de necesitar.
gin said…
chíngalo. te perdí. ¿cuál es el problema de la unidad y la multiplicidad?
Anonymous said…
jajaj más bien hablé sola...la unidad y la multiplicidad es el problema al que creo que se reduce todo [porque creo q tiendo a reducir, y q sólo reduzco porque capto unidades, que sólo tienen sentido cuando contienen multiplicidades]. Pero nada que ver con tu texto :D él es disfrutable.

Méncioné la unidad y la multiplicidad porque tmb me pone a dar vueltas el problema del "sentido", pero es un tema que considero más peliagudo...por eso debo aclarar primero el de lo uno y lo múltiple.

ciao!

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