sobre lo público y lo privado

Realmente debería estar traduciendo una cantidad de páginas sobre la Salud Materno Infantil en Nicaragua al japonés.

Pero hoy me di cuenta de que tengo otras prioridades en esta vida... como comunicarle a la occidentaliza que hay lugares en el mundo en los cuales los cafés internet no tienen micrófono ni cámara web. No, no. No hay necesidad de releer. Lo reescribiré para la comodidad del lector. Hay cafés internet sin micrófono ni cámara web, y eso es lo regular.

A ver. Va de nuevo. Lo normal en Japón es que un café internet no tenga micrófono ni cámara web.

No sé qué pensar. Estoy en shock, de verdad. Me vienen una serie de ideas sobre la cerradez de este país con el extranjero; sobre el demasiado respeto de estos habitantes al espacio público; sobre... sobre... qué hace la gente aquí en los internet cafés???

Así que el espacio público es tremendamente respetado por todos, porque todos lo usan, porque no hay que invadir la comodidad de los demás, y eso está bien, supongo; de manera que ahora mismo estoy en un café internet, rodeada de paredes falsas, como de oficina, donde nadie se molesta entre sí, porque ni ves quién es el que está a tu lado, y nadie puede ver lo que estás haciendo. En favor de seguir manteniendo esa privacidad, hablar por celular está prohibido, si te quedas dormido y roncas muy fuerte, te llaman la atención, y, claro, no puedes usar la computadora para hablar (lo cual, me parece, es ya una actividad común, y más debería de serlo en un país hipertelecomunicado como éste).

Los cafés internet tienen, en cambio, bibliotecas de comics -eso sí es imprescindible- y la opción de espacios individuales, como en el que me encuentro, con asientos semireclinables o completamente reclinables. Pero entonces se vale llegar a dormir -incluso hay paquetes de 6 horas por 1200 yenes, entre las 23:00hrs y las 8:00hrs-, porque eso no es invasivo para el resto, y lo que hagas en tu pseudocuartito no es de su incumbencia.

Un café internet es oscuro y silencioso. Ahora mismo escribo con la sola luz de una lámpara de escritorio. Se escucha, claro, el sonido del teclado. Se escuchan pasos; el rechinar de los asientos, de cuando te sientas, te paras o cambias de posición; de pronto alguien que contesta el teléfono:

-ahora estoy en un café internet

y cuelga.


Así que, desde esa perspectiva, la idea mía de llegar, conectarme, poner la camarita y cantar las mañanitas estaba totalmente fuera de lugar.

Comments

Juan Pablornz said…
Gina, sepa que la leo. Saludos dede el sur de un país desgajándose. Agradezco comparta sus trozos de realidad y desvelo. ¡Abrazos!
Anonymous said…
Juan Pablo... de verdad?
Hombre, qué honor.

Y lo del desgajamiento... Mucho me temo que no es sólo el país de cuyo sur me manda usted saludos. También este país, de cuyo centro escribo, se desgaja por otras razones, y así, y así...

Tal parece que el desgajamiento es inherente a esta humanidad.
Anonymous said…
me gusta mucho cuando hablas de Japón :D

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