la cotidianidad del cambio (2): la transición eterna
El diario vivir, el diario levantarte, caminar, comer, correr, besar a tu chica, a tu chico, es un eterno estado transitorio. Quizá no lo notemos, estamos tan acostumbrados, y sólo cuando pasa algo de verdad extraordinario, como mudarte de país o sentir presente la muerte, entonces decimos, estamos cambiando, estamos en crisis, hay que reinventarse. Pero en realidad nos reinventamos cada que decidimos saludar a alguien o no, cada que lo hacemos parte de nuestra vida; todos los días decidimos irnos o quedarnos.
Por eso me refiero a la cotidianidad del cambio. Y por eso, pienso, de pronto no me sorprenden incluso las grandes tragedias. Si puedes ver que amanecer, atardecer y anochecer es habitual, otras cosas pueden hacerse habituales, y dejar de sorprenderte.
Como el eclipse lunar de hace unas semanas. Puedo imaginarme un mundo en el que estudio la luna, todos los días, cuatro horas diarias, en un observatorio, y sé perfectamente que en un año, un mes o una semana la luna se va a ensombrecer por un par de horas. O, por ejemplo, como fue el caso, supe del fenómeno porque me mandaron un mensajito, no se les olvide ver el eclipse. Pero, qué tal, sólo por un momento, imagina que, sin saber, estás viendo el cielo, estás tirado en el pasto y estás viendo el cielo, estás viendo la luna, y empieza a ensombrecerse, y tal vez sabes que es un eclipse, eres un hombre estudiado, pero te sorprende.
La primera vez que te mudas no es la misma que la segunda, ni la tercera, ni ya que perdiste la cuenta. Pero el hecho es que cada mudanza es un cambio. La primera vez que sales de tu casa y recorres el barrio no es la misma que la segunda, ni la tercera, ni ya que perdiste la cuenta. Pero el hecho es que cada caminata es un cambio.
Por eso me refiero a la cotidianidad del cambio. Y por eso, pienso, de pronto no me sorprenden incluso las grandes tragedias. Si puedes ver que amanecer, atardecer y anochecer es habitual, otras cosas pueden hacerse habituales, y dejar de sorprenderte.
Como el eclipse lunar de hace unas semanas. Puedo imaginarme un mundo en el que estudio la luna, todos los días, cuatro horas diarias, en un observatorio, y sé perfectamente que en un año, un mes o una semana la luna se va a ensombrecer por un par de horas. O, por ejemplo, como fue el caso, supe del fenómeno porque me mandaron un mensajito, no se les olvide ver el eclipse. Pero, qué tal, sólo por un momento, imagina que, sin saber, estás viendo el cielo, estás tirado en el pasto y estás viendo el cielo, estás viendo la luna, y empieza a ensombrecerse, y tal vez sabes que es un eclipse, eres un hombre estudiado, pero te sorprende.
La primera vez que te mudas no es la misma que la segunda, ni la tercera, ni ya que perdiste la cuenta. Pero el hecho es que cada mudanza es un cambio. La primera vez que sales de tu casa y recorres el barrio no es la misma que la segunda, ni la tercera, ni ya que perdiste la cuenta. Pero el hecho es que cada caminata es un cambio.
Comments
es vdd, imaginar q justo volteas cuando pasa la estrella fugaz es indiscutiblemente más agradable que esperar a que pase la estrella fugaz que te dijeron que pasaría en la lluvia de estrellas. Fragmentar el acontecer en pequeños suspensos debe ser tmb maravilloso...intentarelo :D