teoría y práctica

He esperado un rato para escribir desde algún punto con ancla o por lo menos con sentido, pero, a falta de eso, escribo desde acá, desde la mudanza, desde la dirección incierta, desde el ahora más presente, sin que tenga pretensiones budistas o abrace el posmodernismo más contemporáneo.

No sé cómo confesarme cuando no entiendo lo que pasa. Generalmente sé a dónde voy. Estos días entiendo más frases del tipo 人生は思うどおりには行かないよ –jinsei wa omoudo-ri niwa ikanaiyo, "la vida no sucede cómo la piensas"–, o uno pone y Dios dispone, creo que sería en español.

Digo generalmente y me remonto a mis 25 años, cuando lo tenía todo figured out. Cuando tenía un entendimiento tan absoluto de lo que pasaba que empezaba a ser aburrido. Ya sé de qué va esto, aseguraba. Y, desde mi punto de vista en esa época, tampoco estaba tan equivocada. Tenía lo equivalente a un matrimonio en estos tiempos –vivía con mi novio, teníamos planes sobre el futuro, éramos en términos emocionales una familia–, y –sobre todo– tenía una clara idea de que mi siguiente paso posible era hacer el doctorado, y que eventualmente eso iba a llevarme a tener un trabajo en algún instituto de investigaciones.

Tenía respuestas para todo. El camino estaba hecho. Sólo había que caminarlo.

Ahora, en cambio, la sensación es como de que todo decidió ponerse en hold, como para ver qué pasa/hago ahora. En hold, en mi cabeza, quiero decir, porque en algún punto dejó de entender nada.

Yo soy una persona que se dedicó mucho tiempo a idear más que a practicar. No es que fuera inteligente ni nada de eso. Aunque sí me refugiaba en el ser inteligente, en tener la capacidad de observar –me decía a mí misma–. Simplemente era que estaba más en mi cabeza y me movía más ahí dentro. Para mí eso era lo natural, y siempre pensé que yo me enteraba más de lo que pasaba desde la observación y desde lo abstracto, y a partir de la síntesis, en fin. Nunca me di cuenta de que hay personas que todo –lo que yo construía en mi cabeza– lo construyen en este mundo de acá que llaman vida real. Y que su experiencia no se dirige a la generalización, sino a la acumulación de eventos.

Masashi me decía que había una gran diferencia entre conocimiento –知識 /chishiki/– y sabiduría –知恵 /chie/–, y que lo que yo tenía era conocimiento, y que la sabiduría se ganaba moviéndose. Y que para un pensador moverse tenía que ser difícil. Yo sólo lo escuchaba, pero al mismo tiempo no podía dejar de derramar lágrimas.

Y era porque, en parte, tenía razón. Porque, sí, yo vengo del mundo de armar el rompecabezas de las abstracciones. Yo qué sé de la vida. De los problemas concretos. De cómo solucionarlos. Del ensayo y error. Yo qué sé.

Pero, también, era porque no podía estar más equivocado. Porque me acordaba –de mi propia confrontación entre lo que sabía de oídas y lo que he experimentando estando y haciendo–: ¿saben por qué decidí irme/venirme a Japón, en primera instancia? Yo quería perfeccionar mi japonés. No sé por qué estaba insatisfecha con el trabajo académico. Yo quería ser parte de la sociedad. No quería seguir haciendo cálculos abstractos sobre cosas que nadie entiende, ni quiere entender, ni sabe que existen. Así que quise trabajar. Trabajar-trabajar. Hacer cosas prácticas. Me di cuenta de que mi cosa práctica era la traducción, y me sabía insuficiente en mi bilingüismo, así que me fui.

Y en el camino encontré lo que buscaba, o más de lo que buscaba. Ya nunca estoy segura de lo que significa lo que se me ocurre. Es que necesito desarrollar mi otra mitad. Eso me decía desde la adolescencia. Qué mamada es esa. Pero, sea lo que sea, fue un disparador de todo lo demás. Y así es como vamos significando las cosas, al final, por lo que vamos haciendo, y no por lo que se nos va ocurriendo.

Estas vueltas entre México y Japón –pero, más que eso–, este fin de ciclo, inicio de otro algo, cruce de un puente –aunque quizás sea momento de dejar de entender este andar como un cruce y empezar a asumirlo–, et cétera, ha tratado sobre todo de confrontarme con mis deseos. Seguirlos y descubrir de qué se tratan, en el camino.

Comments

Popular Posts