sobre los detectives o como los detectives

Martes, 16 de Marzo del 2010. 6:18. Erfurt-Berlin.

Horrible. Mi maldito tren que iba a Berlin se separó en el camino y yo me quedé en la maldita parte literalmente del tren que se fue para Zurich. Así que me di cuenta cuando era la hora de llegar a Berlin y yo estaba en Weimar o algo así. Carajo, dije, o este tren está atrasado, o yo ya la cagué. Durísimo.

Dejé mi lectura que luego te digo cuál es para que te emociones, me fui a la parte trasera de mi vagón (que cuando me había subido tenía una larga larga cola y ya no!!), y ahí me di cuenta de que, sí, la había cagado. Durísimo.

Fui con mi carita de japonesa pendeja –a la que si no le están cuidando las nalgas y avisando puntualmente que los trenes se separan y se van para Zurich, pues cómo demonios va a saber???– a preguntar que qué pasaba… Y, chale, ps venía la explicación que no quería escuchar de la separación. Yo me le quedé viendo a la tripulación con cara de preocupación acusadora, pero, claro, a ellos qué les importa. El chico que fue mucho más solidario con la japonesita perdida –más que la vieja gorda–, rápidamente buscó la siguiente conexión y me explicó que había que esperar en la siguiente estación hasta las casi 5 de la mañana por el siguiente tren a Berlín. Yo le di unas gracias que más bien querían decir cómo soy pendeja, pero más ustedes.

Y así pues me quedé 5 horas en Erfurt, acompañada por mi lectura que al ratito te digo para que te emociones. Primero, toda emputada, busqué un teléfono, le avisé a mi próximo host de mi penosa situación y me disculpé por haberlo hecho esperar en la estación donde debía haber estado media hora antes. Ahí logré relajarme al menos un poco. Digo, al menos ya no estoy presionada por arrastrar a terceros al hoyo a causa de mi inexperiencia. Cené en el McDonalds y fui al baño. Luego me fui a buscar un enchufe, y ahí me conecté la computadora, me senté en la maleta y me puse a leer. Llevaba ahí una hora cuando se me acerca un chico en alemán, y yo, honestamente cansada, sólo le dije “I don’t…” ni siquiera quise terminar la frase. Él, con una sonrisa muy buena onda, pelo hippie y voz tímida me vuelve a preguntar can I take a photo? Pensé, aun en estos momentos de desesperación, alguien es capaz de admirar mi belleza. Y luego me di cuenta más bien de que la escena que estaba dando era de hecho digna de una foto. A Photo? Aha. Y me vi sentada en mi maleta morada, con la computadora en las rodillas, leyendo, junto al enchufe de una estación de tren. Él tomó un par y se despidió muy contento. Seguí en esta postura hasta que se acercaron un par de policías, uno guapo y joven y otro más bien de edad madura y nada guapo. El guapo se para a mi lado y me pregunta en alemán que si sé hablar alemán, yo muevo la cabeza, y él sigue do you know where is the waiting room? Yo me quedo pensando, ¿tengo cara de saber dónde están las cosas en esta maldita estación?, y sólo le contesto que no. Y luego me doy cuenta de que de hecho han llegado a mi rescate, estas buenas personas. It’s not cold, me dice, y francamente me da ternura. Do you need help? No, I’m fine. Y agarro mis cosas y los sigo. En efecto, la waiting room no está cold, y me quedo ahí el resto del tiempo.

Ora sí. Los detectives salvajes está bien padre. Aunque he de decirte que no veo todavía que sea comparable a Rayuela, en el sentido de su importancia en la historia de la literatura. Aunque también he de decirte que Rayuela no logro terminarla –pienso, ay, ya, la Maga, ni que estuviera tan cabrona–, y de éste ya me falta sólo una tercera parte. Y no sé qué es lo que es tan tan tan parteaguas de este libro. Sí es muy amena y sí es muy docta, y el güey hace teoría literaria en lo que te cuenta, de fácil lectura, prosa dinámica. Me gusta bastante, pero hay tantas partes que me saltaría con mucho gusto. ¿Y tú dices que la paja es parte de ser de la novela (en un sentido genérico)? Chale, yo no quiero estar de acuerdo. Es mala onda meter paja. Excepto la primera parte. La primera parte me encanta. Todo lo de García Madero me encanta. Me reí cantidad. Lo de los testimonios, dios mío, hay unas joyas ahí tremendas, y luego otras que dices ya que se acabe por favor. Y mi favorito es Quim. Amo a Quim. Tiene la prosa más bonita y la menos pretenciosa. Por lo demás, Arturo Belano y Ulises Lima me dan toda la güeva del mundo. Y lo que es increíble es que Bolaño nos mantenga como pendejos leyendo la historia de estos fulanetes. El libro debería tener un enorme subtítulo: Los detectives salvajes o cómo hacerle al cuento de Belano y Lima. Me gusta que hace parecer que toda la novela está refiriéndose a estos dos, cuando en realidad ellos son los menos dibujados de todos. Son como dos blancos alrededor de los cuales se entrama todo.

Y ya vi Mistery Train, pero pero pero… el director este, nunca acaba de gustarme, la verdad. No sé por qué. Pero siempre me deja insatisfecha. Y en cambio siento que me exige demasiado. Como un mal novio.

Cómo me gusta ver amanecer. Ya casi llego. Ya quiero dormir. Ya te vuelvo a escribir después.

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a mi me encanta el hermano chico de las hermanas, que siempre pienso que son las Figueroa porque me recuerdan a María y a Tolita pero que en realidad son las Font, que usa mucho pero muy mal la palabra naco

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