a las ocho de la noche

Muchas gracias a todos por sus comentarios de apoyo, preocupación e información.


Honestamente, me ha costado trabajo reaccionar. Confieso que en un principio no me consternaban los hechos.


Llevo tres años viviendo y conviviendo con el país (a mi entender) más organizado y en la ciudad más inmutable del mundo. Tokyo es la ciudad que nunca se detiene. Sus habitantes y pasantes nunca se detienen. No cambian la rutina. Todos los días, todos se levantan a la misma hora y toman el tren de la misma hora con los mismos minutos y llegan a sus destinos al mismo tiempo que el día anterior y que el día anterior a ese y que el día anterior a ese todavía. Sin matices trágicos, los tokyotas no se detienen ante los pequeños obstáculos. Ni viejita viejita subiendo escaleras, ni señor inconciente en el suelo, ni extranjero buscando una dirección. Llegar a tiempo siempre es más importante. Terminar el trabajo siempre es urgente. El resto –todo el resto– es dispensable. No sé cómo expresar esa constante de tener la mente siempre adelante, siempre en el siguiente paso. No creo que haya manera de entender, más que caminando con miles de personas cruzándose a tu alrededor en todas direcciones, las líneas de las balas de Matrix. El secreto para no colisionar, si quieren saberlo, es nunca ver a la gente a los ojos.


Es el país de los temblores. Tiembla seguro una vez al mes. Ah, está temblando. Y la gente sigue platicando, y la gente sigue atendiendo la computadora, y la gente incluso juega con el movimiento y se tambalea campaneante. Ya terminó. Y el tiempo, que por 16 segundos había disminuido el ritmo, vuelve a sus 24 y más cuadros por segundo.


Es así, y así fue para mí durante 3 años. Para mí es inconcebible que exista una crisis tal que distorsione ese paso.


Hoy supe que Shinjuku, el centro comercial-laboral más aglomerado y agobiante de la ciudad más grande del mundo duerme a las 8 de la noche. A las 8 de la noche. Dormido. Shinjuku. Donde los bares, billares, host-clubs, cabaret-clubs cierran a las 6 de la mañana. Donde hay saunas 24 horas.


A las ocho de la noche.


Esa línea para mí valió como para ustedes todas las imágenes, todos los datos, todas las alertas.


Agradezco el espíritu de solidaridad, y deseo con el corazón que las pérdidas humanas sean las menos. Pero también espero que esta crisis nos ayude a detenernos a reflexionar. Pido disculpas por la distancia.

Comments

denise said…
tu escribe y escribe y yo apenas te decubrí :)
gin said…
ehhhh!!!
pero llegaste.
(^3^)

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