sobre olas estables

La felicidad es bajar y subir. Y encontrar sorpresa en ese subibaja. Sin subibaja no hay felicidad, porque somos incapaces de percibir sin contrastes. Ser feliz significa sufrir el oleaje. La ola misma es la felicidad.

Él habla con sabiduría de abuelita.

Luego le pregunté, ¿pero qué pasa cuando te acostumbras al oleaje?

Eso no puede ser. Porque las olas no vienen siempre igual. Y en ese estar en las distintas alturas hay desconcierto. Y no hay desconcierto en la costumbre.

Después hubo un silencio. Yo pensaba en su respuesta. Él pensaba en mi pregunta. Y luego me volvió a contestar.

Entonces te conviertes en ganado.

¿En ganado?

Sí. Despiertas. Pastas. Duermes. Y así. Estás subido en una ola periódica. Todos tus días son iguales.

Sí, sí... Le dije, mientras sentía la emoción de escuchar mis propias palabras en un otro.

Luego siguió diciendo. Si te acostumbras al oleaje, no eres feliz.

Sí, no puedes. Y entonces la nube negra se volvió a instalar.

Hubo otro silencio. Últimamente trato de evitar las olas.

Porque te da miedo, ¿no?

Sí. Me da miedo. Pero entonces me di cuenta de que había sido yo la que dejó de subirse a las olas.

Hay quienes pueden vivir bien sin tanto oleaje.

Me volví a dar cuenta. Yo no.

A mí el mar estable me quita la perspectiva.

Comments

Hola, Jina. Me gustó mucho este texto.
Me sorprendió tu foto; eres tú, pero eres otra.
Anonymous said…
Sergio!! Hombre, no...
Pues mucho más gusto me da a mí que te guste, y que te pasees por aquí. Ora sí que me honra su presencia, como quien dice. Y fíjate que no eres el único que me comenta mi otredad. Un abrazo.

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